Thursday, May 17, 2012

Petición al Río de la Plata


Me rehuso a rezar cuando duelo; me rehuso a los espejismos, al escapismo. No hay otra forma de superar el dolor que sentarte con él, sentirlo, dejar que te tome por completo, que te paralize, que te encoja el pecho. Conocerle, saborearlo, maldecirlo.

No hay atajos, sólo una calle que lo parte justo a la mitad. Ahí mismo me encuentro yo, en esa calle gris de viejos adoquines. Camino esa calle de piedras viejas y me encuentro frente a tu imponente vastedad. Ahora, Río de la Plata, te pido que seas mi única deidad, que me arrulles con tus olas. Que calientes mi cara con el sol que brilla plateado sobre ti, que acogas mis pies cansados sobre las rocas de tu orilla, y que tu vaivén constante me haga entender el fluir natural de la vida, al cual parezco oponerme fervientemente. En una de tus ráfagas húmedas, llévate mi corazón roto y húndelo en tus aguas. Deja que lo besen peces de colores. Devuélveme la levedad, así tal cual flotara sobre tus aguas.  Arrójame los trozos perdidos de mi vida con tu magia de sosiego, antes de que el atardecer caiga y tenga que irme de Colonia.

Foto tomada en el Río de la Plata. Colonia, Uruguay.

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